En la Tierra a jueves, 28 marzo, 2024

Eduardo García se despide de sus compañeros de la COPE

Eduardo García, hasta ahora director de ‘Tiempo de Juego’ de la Cadena COPE, ha querido despedirse de sus compañeros medio de una misiva.

Eduardo García, hasta ahora director de ‘Tiempo de Juego’ de la Cadena COPE, ha querido despedirse de sus compañeros medio de una misiva muy personal con la que quiere agradecer el apoyo brindado durante los últos años. En dicha carta, el periodista hace un repaso de la evolución del programa, así como de sus propias emociones durante los seis últos años. Así mismo, se despide con un ‘hasta luego, ‘con el corazón tranquilo la calidad y cantidad de amigos’.

 

A continuación, la reproducción de la carta:

 

 

Experto en techos

 

Mi prer recuerdo lo desempolva Eva Fernández, un ángel (sin alas a la vista) que me asaltó en mis preros días para darme las gracias ser “distinto”, saludar, hacer de la ilusión una herramienta más de nuestro trabajo. Era septiembre del año 2000. Eva, no sabes la de cosas que me han dicho tus ojos. Los nuevos detivos de COPE braceábamos los cambios, los estilos, las formas de proceder. Una puesta de largo a la que le dos contenido un puñado de locos que sí aceptamos el reto de nadar corriente arriba, entre pirañas y con bañadores de plomo. ¿Necesitáis que detalle cuántos dijeron “no”, cuántos “ni de coña” y cuántos ” 3 kilos más, me lo pienso”? Bueno, pues fueron muchos, casi tantos como a los que les había prometido narrar los partidos de la Selección, cubrir al Real Madrid o acudir a las grandes citas. ¡Qué capacidad de repartir la misma cosa decenas de veces! En Marbella dicen que se hace mucho, desde luego.

 

El caso es que con los preros programas llegaron los preros piropos: el aire fresco, la alegría contagiosa y esa inocencia no fingida que no tardó en encandilar a una parte considerable de los que se ponen al otro lado de la alcachofa. Aprobamos, con algún positivo incluso, pero en el verano de 2001 quiso más, avaricia, locura, desconociento salvaje.

 

Deshizo el camino, borró las huellas y acometió una nueva senda que se volvió tortuosa desde los preros tramos. ¡Hubo tertulianos que sólo hicieron el programa inicial! De récord. Ahí empezaron las diferencias, diferencias que se hicieron insalvables gracias a las mentiras, a las injusticias y a los despidos fantasmales. Me resguardé en la parte talentosa de la redacción, fragmentada, asustada, deseosa de que alguien le expendiera un contrato con la motivación. Me guarecí en la antena, en los oyentes, en los anunciantes que cambiaban el apellido famoso el trabajo real. Me escoré, me aislé… me sentencié.

 

En los últos 4 años he conseguido pasar del dete a los toros, manejando con cierta destreza el capote y la muleta para sortear las embestidas reiteradas y continuas. Pero ahora el astado, ya en fase terminal, ha conseguido engancharme antes de su propio descabello. No es muy grave según me dicen los médicos pero me veo obligado a traspasar los tratos y cambiar la plaza. No hay más.

 

Con estas líneas no voy a traspasar la barrera que delita la elegancia y la ética de lo soez y lo chabacano. Es verdad que la formación académica no califica a las personas, pero sí es cierto que las desnuda, que las define en los momentos de relativa dificultad. Sé que hay gente que es tan pobre que sólo tiene dinero, pero en estos 6 años he encontrado muchos ricos que me han dado su amistad y su compañerismo de forma altruista y sincera.

 

Necesito dirigirme a todos ellos. Necesito confirmarles que han dejado huella, que han sabido calarme, que forman parte de mi patronio. Necesito darles las gracias, transmitirles mi apoyo y esa fuerza invisible que jamás nos dejará doblar la rodilla. De cada uno me llevo algo, del colectivo una madurez profesional que espero poder retomar algún día junto a todos ellos.

 

Valentín, gracias tu lealtad, gracias tu altura, gracias darle sentido a cada paso que hemos dado juntos en este negocio. Gracias apostar, arriesgar, conducir conmigo de oído, sin mirar al frente, sólo guiado mi fe y mi palabra.

 

Fouto, te he enseñado la mitad de lo que de ti he aprendido, volveré para que compartas el dolor que generan las mejores risas. Lo prometo. Y ya no doy más nombres. Deseo que no haya más pieles marcadas, más índices al viento. Los que ahora humedecen sus ojos saben que los sentientos son recíprocos. Los que los mantienen secos adrede que reflexionen, que piensen en sus madres mayores, en sus padres con trayectoria, en sus cautas mujeres, en sus inocentes niños. Que valoren si merece la pena andar agachado, con el cerebro secuestrado y una pistola en la hipoteca. A esos les deseo suerte.  La van a necesitar.

 

Me despido, os digo un hasta luego a todos con la mirada orgullosa la labor, con el corazón tranquilo la cantidad y calidad de amigos y con la cabeza muy erguida llevar en la maleta mis principios inalterados.

 

Siento que la postura soy todo cuello. Lo dicho, experto en techos.

 

EDU GARCÍA

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