En la Tierra a jueves, 28 marzo, 2024

Rigidez o flexibilidad: ¿Qué es mejor para nosotros?

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Tenemos la opción de vivir desde la rigidez o desde la flexibilidad. Las propias palabras definen muy bien su significado, pero quizás sería bueno centrarnos en los pros y los contras que podemos encontrar en cada una de estas opciones. La vida está en constante evolución y movimiento, precisamente porque hay vida, porque hay flexibilidad. La propia naturaleza nos da un ejemplo de ello con las diferentes estaciones que son necesarias para que el ciclo de la vida se desarrolle. Muchas de las cosas que vemos en la naturaleza tienen una lección que darnos en cuanto a la misma. Las hojas de los árboles que caen en otoño, el nacimiento de una planta o de una flor en primavera, las olas del mar, las mareas o el cauce de un río en movimiento… Todo está en constante cambio a nuestro alrededor, y parece que de alguna manera es algo sano y necesario.

Es cierto que a veces la flexibilidad nos deja con un sentido de inseguridad, de no saber qué es lo próximo que va a suceder. Es como estar en terreno pantanoso, inestable. Nos sentimos fuera de nuestra zona de confort y como navegando en medio de un océano sin brújula ni radar que nos indique nuestra posición y destino. Dependiendo de nuestra manera de ser, lo podemos vivir desde la aventura, el descubrimiento, la pasión por lo desconocido, el aprendizaje… o desde el miedo, la incomodidad, la incertidumbre, la inestabilidad y el descontrol. Esto nos da mucha información de cómo somos pero también nos presenta una oportunidad para crecer si lo deseamos.

La rigidez no es negativa, partimos del hecho de que nada es en sí bueno o malo, todo depende de si te sirve en ese momento, si te aporta o todo lo contrario. Un enfoque positivo acerca de la rigidez puede estar en esas raíces, esa estabilidad y consistencia. Saber que pase lo que pase siempre va a estar ahí. Pero,… ¿Qué sucede? Que en ocasiones esta rigidez no permite que evolucionemos o nos limita a la hora de comprender a los demás, porque pensamos que las cosas tienen que ser siempre de la misma manera y tal cual las vemos nostr@s mism@s.

La rigidez puede estar también conectada con el perfeccionismo y la auto-exigencia, de tener un listón muy alto. No da espacio a los márgenes, a esa dualidad que podemos tener, esas variantes y contrastes internos que no tienen por qué ser negativos y hasta pueden enriquecernos. En una etapa de la vida podemos pensar de una manera y en otra nuestro pensamiento cambia de dirección como resultado de las experiencias y el aprendizaje vivido.
En conclusión, la elección es tuya, puedes vivir desde la rigidez, desde la flexibilidad o quizás desde el equilibrio, optando por lo que más te convenga en cada situación. Me gustaría dejarte con la imagen de esos rascacielos que se alzan firmes y parecen inamovibles, pero que sin embargo han sido construidos con una tecnología arquitectónica que les permite oscilar con los fuertes vientos y tormentas, y que sin esta flexibilidad podrían llegar a quebrarse.

Seguiremos Informando…

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